Cuando el avestruz esconde la cabeza en realidad no se está escondiendo, pero se usa esta expresión para hablar de aquellas personas que –cuando viene una dificultad, un problema o un enemigo–, para no ver ese problema lo que hacen es meter la cabeza en la arena, y de esa manera creen que la dificultad o el problema no existen. Por ejemplo, hombres que cuando hay que hacer arreglos en la casa no están, desaparecen; y dices: “pero ya tenemos el dinero” y ellos no contestan, no responden. Cuando hay que decidir algo con respecto a los hijos nunca están presentes, o no te contestan. Si hay una crisis de pareja y le dices: “vamos a hacer una terapia; o que nos ayude un consejero”, ellos no te responden; es como si no hubiese ningún problema matrimonial. Y tú le dices: “¿pero no te das cuenta que la estamos pasando mal, que tenemos un conflicto?” y es como si oyera llover. Y así con distintas situaciones: esconden la cabeza.
¿Qué es esconder la cabeza?
Esconder la cabeza es negar, negar la situación. Vas con un planteo a tu marido o a tu pareja –con respecto a la casa, a los hijos, a una deuda– y él niega la situación. Parece que cuando le planteas una situación, un problema, o si hay que tomar una decisión, lo que hace es activar el modo de ahorro de energía. Él dice: “me desconecto, ahorro energía, porque no quiero malgastar mis emociones”. Ustedes saben que una de las áreas que más le cuesta a los hombres es el área emocional; las mujeres somos más de expresar nuestras emociones; los hombres no. Ellos sienten que tienen pocas emociones, poca energía emocional, y cada vez que vos le vas a decir algo que él tiene que resolver o tomar una decisión, se le activa el modo de ahorro de energía y dice: “yo mejor no me meto, porque se me va a ir mucha energía, entonces me desconecto” y ese hombre se desconecta.
Anestesiarse
Otra de las cosas que hace al negar una situación es anestesiarse. “Yo no siento nada, no veo que haya problemas, a mí no me conmueve lo que me estás diciendo, a mí no me molesta lo que a vos te molesta, estoy en un estado de anestesia total”. Porque eso que tiene que enfrentar para él es muy difícil ó muy doloroso; y como es difícil ó doloroso se anestesian. Ahorra energía, se desconecta, y se anestesia.
Otros hombres lo que hacen es ponerse anteojeras, como los caballos. El hombre corre, sigue haciendo lo de todos los días, trabaja mucho, llega a la noche cansado, sigue para adelante, pero no ve problemas, no mira para los costados, no ve los problemas de los hijos, de la casa, de la esposa, no ve los problemas de nada, porque él está enfocado solamente en su trabajo, que nadie lo interrumpa con otro problema. Dice: “si no veo problemas, los problemas no existen”. Pero vos le dices: “mira que al nene le está yendo mal en la escuela”; como no está todo el día y está enfocado en su trabajo, para él el problema no existe.
Negar la situación
Negar es estar ciego; una persona que niega los conflictos es una persona que está ciega. Son esos hombres que dicen: “No sé de qué te preocupas”, “Mañana lo vemos”, y mañana no llega nunca; para él siempre es mañana. Vos lo querés hablar ahora y él te dice: “mañana lo vemos”; es como ese cartel que dice: “Hoy no se fía; mañana sí”. “No exageres”. “Ya te escuché”,…y las mujeres somos de repetir. “Dame tiempo”, la famosa frase; vos le dices: “pero hace tres años que venimos con la gotera en el techo”, “deja vieja, yo lo voy a hacer”. Hace cinco años que pusiste un cartón porque él no te arregló el vidrio roto. Cuando él te dice: “yo lo voy a hacer” y se hace el experto, cuando un marido te dice: “deja que yo lo arreglo” anda buscando otra solución. “No empieces otra vez con eso”, le vas con el problema y él cierra la puerta, pero no quiere tratar el tema porque está negando. Negación, esconder la cabeza, le trae como cierta tranquilidad momentánea. Él siente que si no resuelve, si lo manda para más adelante, está como en un refugio momentáneo; él sabe que el problema sigue estando pero siente como cierta paz: “ahora no vieja, ahora no; lo vemos otro día que hoy quiero estar en mi casa en paz, un día que quiero estar tranquilo y tú me vienes siempre con el mismo tema, me haces acordar a mi vieja”. Son así, y van evadiendo la situación.
El gran conflicto
O sea los hombres suelen esconder la cabeza cuando hay un problema que no saben cómo resolver. Este es el gran conflicto: hay que tomar una decisión y no sabemos cómo resolver ese problema, o qué decisión tomar. Porque si él supiera qué decisión tomar, te lo diría en el momento. Cuando no te lo puede decir en el momento es porque no sabe, y nosotras creemos que el hombre tiene que saber todo y tienen que ser experto en todo. Pero él no sabe y no puede admitir que no sabe no puede decirte la verdad: “no sé qué podemos hacer, no sé donde podemos ir, la verdad es que yo nunca en mi vida cambié un cuerito de la canilla”. El hombre lo tiene que hacer para demostrar que es macho, que él sabe; y cuando vos conseguís que otro lo venga a arreglar, dice: “yo lo hubiese hecho mejor, éste te robó, mira lo que te cobró, te vio la cara de tonta”.
Los hombres no quieren hablar con nosotras de los problemas… ¡quieren resolverlos! En cambio a las mujeres nos gusta hablar de una situación; aún si no la resolvemos, nos sentimos tranquilas cuando hablamos de la situación: “mira, yo creo que tendríamos que hacer una terapia porque no estamos bien” y él no te habla, pero los hombres no quieren hablar, los hombres quieren resolver. Y cuando no encuentran una solución esconden la cabeza. En vez de decir: “no sé… busquemos a alguien que nos ayude”, dicen: “más adelante, después vemos”, hacen silencio, se van, escapan. Los hombres huyen para atrás, las mujeres huimos para adelante; a veces nos mandamos y terminamos mal, porque nos mandamos sin pensar; pero el hombre huye para atrás, se repliega, porque como no tiene una respuesta siente temor. Los hombres si no tienen una respuesta sienten que van a ser ‘menos machos’; ellos tienen que tener la respuesta justa y clara. Lo que hay que hacer es explicarle a ese hombre que no estás esperando la gran respuesta justa y clara, estás esperando que compartan cómo van a resolver algo, nada más. Que no estás esperando que él tenga la palabra de autoridad, la palabra que va a cerrar el caso, sino que estás queriendo compartir, ver juntos cómo pueden buscar una solución; pero eso a los hombres esto les cuesta mucho.
¿Cómo reacciona una mujer cuando el marido esconde la cabeza y no quiere resolver el problema cuando ya pasaron años o meses y está en la misma situación, sin una respuesta? Se enoja, se pone mal, se siente cansada, se pone insistente, toma soluciones ella sola, dice: “¡sal de acá, no te quiero ver más!”, toma decisiones ella sola.
La mayoría de las veces lo que hacemos las mujeres es explotar, el modo explosión.
Así como al hombre se le activa el modo de ahorro de energía, a nosotras la energía se nos potencia y parece que vamos a explotar en cualquier momento. Como ya venimos diciéndole lo mismo, hablando siempre el mismo tema, (“el nene no tiene zapatillas, no tenemos plata, tenemos que comprarle zapatillas al nene, no tenemos plata”), tenemos que tomar la decisión. Llega un momento que se te activa el modo explosión, y cuando se te activa ese modo puedes hacer dos cosas: no hacer nada y decir: “bueno, él no toma decisiones yo tampoco”, entonces las cosas siguen así hasta que él se digne a tomar una decisión. La otra es: “hago todo sola. Si yo puedo tomar una decisión sola ¿para qué le pregunto a él?” Si viste que compartirlo no te da resultado y está a tu alcance tomar la decisión sola, tómala. No estoy diciendo que tomes una decisión sola y lo dejes a él a un costado, sino que le compartas; si él no decide, porque no sabe cómo, tú le decís: “¿me permites tomar esta decisión a mí?, tú no quieres hablar de este tema, ¿me permites tomarla a mí?”. Él te va a decir: “sí, haz como quieras” o te va a decir: “no, ven que hablamos”, porque te conoce.
Desdramatizar
La otra opción es desdramatizar la escena; si no quieres tomar sola las decisiones, no le digas: “esto es de vida o muerte”; a veces las mujeres exageramos un poco, decimos que es de vida o muerte, que lo tenemos que decidir hoy sí o sí. Dile: “hay un pequeño problemita, mañana se nos vence la luz y no tenemos plata… ¿se te ocurre algo?”. Desdramatizar. “Mira, nuestro hijo se está drogando con todos los chicos de la esquina, y está mal… ¿te parece que es un tema para que charlemos ahora?”. Porque cuando nosotros se lo hacemos más grande, él se acobarda más, no tiene la respuesta y vuelve a meter la cabeza en la arena. Tenemos que desdramatizar, hacer que la situación no sea tan grave. Nosotras sabemos que es grave, pero tratemos de desdramatizar la situación para que él pueda sacar la cabeza y pueda decidir algo: “mira, hay un asunto pero, ¿para qué lo vamos a charlar ahora si recién llegas del trabajo, estás cansado ¿no mi amor?, no tiene sentido que lo hablemos ahora…” Te va a decir: “sí, esto es importante”. Tienes que desdramatizar.
Hay decisiones que son menores y no necesitamos consultar, así como nuestra pareja no tiene por qué venir a consultar todas las cosas con nosotros. Hay decisiones que se toman y se toman, no tiene que ser todo compartido; hay cosas que sí y hay cosas que no.
Y hay otras mujeres: las que explotan pero de alegría. Cuando el marido esconde la cabeza como el avestruz dicen: “¡esta es mi oportunidad!” Son las que aprovechan estas situaciones donde el otro deja un vacío. Es tu oportunidad para ocupar ese espacio, porque cuando hay un espacio vacío no se lo tienes que dejar a otro, lo tienes que ocupar tú y reclamar la recompensa de ese lugar. Cada lugar tiene recompensa, cada territorio tiene recompensa; pero si alguien deja ese territorio lo vas a ocupar tú. Cada terreno tiene su recompensa y tienes que atreverte a reclamarla.
Queridas mujeres, tenemos que tener mentalidad de abundancia y no mentalidad de queja. Hay mujeres que esperan hasta que el marido decida en lugar de tener mentalidad de abundancia. Hay una oportunidad que alguien no está tomando, y esa oportunidad la voy a tomar yo y voy a tomar la recompensa que viene con ella.
¿Cómo es una mujer con mentalidad de abundancia?
Es productiva. Si yo sé que hay esterilidad en un área de mi vida, tengo que dejar de ser estéril. ¿Cuál es el área de tu vida en donde todavía no hay fruto, donde todavía no estás viendo resultados, que estás esperando que otro tome una decisión? Dices: “mi matrimonio anda mal, tenemos que hacer una terapia de pareja, y él no toma la decisión de empezar la terapia de pareja…” ¿qué estás haciendo tú?, ¿qué estás decidiendo? Hay cualquier cantidad de mujeres que frente a la no-decisión de los hombres se quedan cruzadas de brazos, porque todavía siguen en estado de dependencia, están esperando: “es que mi marido no decide, él no quiere” y esa es una gran mentira; si él no quiere, no quiere él, pero yo no soy él. Yo tengo capacidad de decisión, tengo la capacidad para tomar la autoridad sobre mi vida y tomar las mejores decisiones para mí. Si tiene que ver con los hijos, toma las mejores decisiones para tus hijos, toma las mejores decisiones para tu casa, toma ese terreno libre ¿qué estás esperando? Busca otro modo de conseguir el dinero, siempre que sea de manera honrada. Tienes que tener mentalidad de abundancia y ser productiva. “Pero así es muy fácil: le dejo todo servido y le hago todo muy fácil a él”, es un problema de él, porque la recompensa se la pierde él, porque hay una recompensa detrás de cada decisión que tú tomas.
Lo primero que tienes que tener para ser una mujer abundante en todas las áreas de tu vida es una actitud emocional nueva. ¿Cómo respondes a tus áreas que todavía no tienen fruto?, ¿con angustia, dolor, depresión, tristeza? Decir: “estoy mal y no tengo plata, y mi marido no se hace cargo de los hijos, esa es la situación de siempre”; es decir, vives tus estados de debilidad con una tremenda angustia. Pero ya sabes cuál es la clave: “regocíjate, alégrate, empieza a saborear la victoria”.
Tu oportunidad
Queridas mujeres, no se pierdan más los terrenos vacíos, hay tesoros escondidos en terrenos que están sin dueño, porque los dueños no ha querido hacerse cargo. Anda, ocupa ese lugar, remueve la tierra y encuentra la recompensa para tu vida.
La abundancia viene por la decisión; es tu oportunidad. Tienes que aprovechar toda situación de tu vida como una oportunidad. No leas negativamente las cosas de tu vida, sino como una oportunidad. Si el otro no hace nada, no se mueve, esa es tu oportunidad. Cuando ves que alguien no se mueve es porque es tu oportunidad; cuando ves que alguien no toma una decisión, muévete, porque esa es tu oportunidad. Cuando ves que alguien no hace algo muévete tú a hacerlo, porque esa es tu oportunidad.
Siempre vamos a encontrar excusas, razones para explicar todo, porque siempre en algún área de nuestra vida somos estériles. Si yo te preguntara, ¿por qué en el área económica no tienes fruto? Tú me darías una razón: “porque no puedo trabajar; tengo hijos pequeños; mi marido no me ayuda; estoy sola; estoy enferma”, siempre vamos a encontrar razones para defender nuestra esterilidad. Pero las mujeres tenemos que buscar razones para fructificar.
Cada situación de nuestra vida es una oportunidad para fructificar; cada crisis que estás viviendo es tu oportunidad para ser fructífera en un área de tu vida, no es para seguir siendo estéril. No sigas justificando tu esterilidad: “y, no me va bien porque llueve; y no me va bien porque mi marido fue malo; y no me va bien porque mis hijos tal cosa”, siempre puedo dar excusas de por qué no soy fructífera, de por qué soy estéril. Pero la de al lado tuyo no está pensando cómo se va a justificar, está pensando cómo va a dar fruto en medio de esa crisis, porque sabe que todo terreno tiene recompensa.
Conoce tus límites y luego ignóralos
Alguien dijo: “conoce tus límites y luego ignóralos”. “Yo sé que mi marido no va a resolver esta situación, yo sé que hace años estoy insistiendo que mi marido determine algo sobre la vida económica, o sobre la relación con su ex-mujer, o su relación con su madre; ese es mi límite, yo sé que es mi límite, pero yo voy en busca de mi recompensa”. No puedes detenerte en el límite, no puedes detenerte y decir: “ya está, esto es así y va a ser así para siempre”; tienes que extenderte, no vivas la vida con cara de necesidad porque vas a recibir migajas; si vivís la vida detrás de ese hombre queriendo que te dé una respuesta para algo, vas a vivir de migajas, cuando él te la quiera dar y la cantidad que te quiera dar.
La abundancia llama a la abundancia. Y la abundancia se ve primero en tu rostro y en tus palabras. ¿Cómo estás hablando, qué sale de tu boca? ¿Qué estás llamando con tu boca, con tu rostro?, ¿tienes cara de necesidad? Hay mujeres que se ponen a la mañana la careta de la necesidad, “a ver a quién le voy a pedir hoy, quién me va a ayudar, a ver quién me va a dar para mis hijos”, se ponen la cara de necesidad y en el día reciben migajas. En cambio, hay mujeres que son fuertes y valientes, que se levantan cada mañana decretando abundancia, decretan: “este es el día en que me gozaré y me alegraré”; “este día yo sé que lloverá abundancia sobre mi vida, yo sé que soy una mujer rica, yo sé que todas las cosas están a mi favor, yo sé que tendré más, yo sé que creceré, yo sé que maduraré, yo sé que hay más para mi vida… ¡ésta es mi oportunidad! ¡Somos mujeres de abundancia!
Esconder la cabeza es negar, negar la situación. Vas con un planteo a tu marido o a tu pareja –con respecto a la casa, a los hijos, a una deuda– y él niega la situación. Parece que cuando le planteas una situación, un problema, o si hay que tomar una decisión, lo que hace es activar el modo de ahorro de energía. Él dice: “me desconecto, ahorro energía, porque no quiero malgastar mis emociones”. Ustedes saben que una de las áreas que más le cuesta a los hombres es el área emocional; las mujeres somos más de expresar nuestras emociones; los hombres no. Ellos sienten que tienen pocas emociones, poca energía emocional, y cada vez que vos le vas a decir algo que él tiene que resolver o tomar una decisión, se le activa el modo de ahorro de energía y dice: “yo mejor no me meto, porque se me va a ir mucha energía, entonces me desconecto” y ese hombre se desconecta.
Anestesiarse
Otra de las cosas que hace al negar una situación es anestesiarse. “Yo no siento nada, no veo que haya problemas, a mí no me conmueve lo que me estás diciendo, a mí no me molesta lo que a vos te molesta, estoy en un estado de anestesia total”. Porque eso que tiene que enfrentar para él es muy difícil ó muy doloroso; y como es difícil ó doloroso se anestesian. Ahorra energía, se desconecta, y se anestesia.
Otros hombres lo que hacen es ponerse anteojeras, como los caballos. El hombre corre, sigue haciendo lo de todos los días, trabaja mucho, llega a la noche cansado, sigue para adelante, pero no ve problemas, no mira para los costados, no ve los problemas de los hijos, de la casa, de la esposa, no ve los problemas de nada, porque él está enfocado solamente en su trabajo, que nadie lo interrumpa con otro problema. Dice: “si no veo problemas, los problemas no existen”. Pero vos le dices: “mira que al nene le está yendo mal en la escuela”; como no está todo el día y está enfocado en su trabajo, para él el problema no existe.
Negar la situación
Negar es estar ciego; una persona que niega los conflictos es una persona que está ciega. Son esos hombres que dicen: “No sé de qué te preocupas”, “Mañana lo vemos”, y mañana no llega nunca; para él siempre es mañana. Vos lo querés hablar ahora y él te dice: “mañana lo vemos”; es como ese cartel que dice: “Hoy no se fía; mañana sí”. “No exageres”. “Ya te escuché”,…y las mujeres somos de repetir. “Dame tiempo”, la famosa frase; vos le dices: “pero hace tres años que venimos con la gotera en el techo”, “deja vieja, yo lo voy a hacer”. Hace cinco años que pusiste un cartón porque él no te arregló el vidrio roto. Cuando él te dice: “yo lo voy a hacer” y se hace el experto, cuando un marido te dice: “deja que yo lo arreglo” anda buscando otra solución. “No empieces otra vez con eso”, le vas con el problema y él cierra la puerta, pero no quiere tratar el tema porque está negando. Negación, esconder la cabeza, le trae como cierta tranquilidad momentánea. Él siente que si no resuelve, si lo manda para más adelante, está como en un refugio momentáneo; él sabe que el problema sigue estando pero siente como cierta paz: “ahora no vieja, ahora no; lo vemos otro día que hoy quiero estar en mi casa en paz, un día que quiero estar tranquilo y tú me vienes siempre con el mismo tema, me haces acordar a mi vieja”. Son así, y van evadiendo la situación.
El gran conflicto
O sea los hombres suelen esconder la cabeza cuando hay un problema que no saben cómo resolver. Este es el gran conflicto: hay que tomar una decisión y no sabemos cómo resolver ese problema, o qué decisión tomar. Porque si él supiera qué decisión tomar, te lo diría en el momento. Cuando no te lo puede decir en el momento es porque no sabe, y nosotras creemos que el hombre tiene que saber todo y tienen que ser experto en todo. Pero él no sabe y no puede admitir que no sabe no puede decirte la verdad: “no sé qué podemos hacer, no sé donde podemos ir, la verdad es que yo nunca en mi vida cambié un cuerito de la canilla”. El hombre lo tiene que hacer para demostrar que es macho, que él sabe; y cuando vos conseguís que otro lo venga a arreglar, dice: “yo lo hubiese hecho mejor, éste te robó, mira lo que te cobró, te vio la cara de tonta”.
Los hombres no quieren hablar con nosotras de los problemas… ¡quieren resolverlos! En cambio a las mujeres nos gusta hablar de una situación; aún si no la resolvemos, nos sentimos tranquilas cuando hablamos de la situación: “mira, yo creo que tendríamos que hacer una terapia porque no estamos bien” y él no te habla, pero los hombres no quieren hablar, los hombres quieren resolver. Y cuando no encuentran una solución esconden la cabeza. En vez de decir: “no sé… busquemos a alguien que nos ayude”, dicen: “más adelante, después vemos”, hacen silencio, se van, escapan. Los hombres huyen para atrás, las mujeres huimos para adelante; a veces nos mandamos y terminamos mal, porque nos mandamos sin pensar; pero el hombre huye para atrás, se repliega, porque como no tiene una respuesta siente temor. Los hombres si no tienen una respuesta sienten que van a ser ‘menos machos’; ellos tienen que tener la respuesta justa y clara. Lo que hay que hacer es explicarle a ese hombre que no estás esperando la gran respuesta justa y clara, estás esperando que compartan cómo van a resolver algo, nada más. Que no estás esperando que él tenga la palabra de autoridad, la palabra que va a cerrar el caso, sino que estás queriendo compartir, ver juntos cómo pueden buscar una solución; pero eso a los hombres esto les cuesta mucho.
¿Cómo reacciona una mujer cuando el marido esconde la cabeza y no quiere resolver el problema cuando ya pasaron años o meses y está en la misma situación, sin una respuesta? Se enoja, se pone mal, se siente cansada, se pone insistente, toma soluciones ella sola, dice: “¡sal de acá, no te quiero ver más!”, toma decisiones ella sola.
La mayoría de las veces lo que hacemos las mujeres es explotar, el modo explosión.
Así como al hombre se le activa el modo de ahorro de energía, a nosotras la energía se nos potencia y parece que vamos a explotar en cualquier momento. Como ya venimos diciéndole lo mismo, hablando siempre el mismo tema, (“el nene no tiene zapatillas, no tenemos plata, tenemos que comprarle zapatillas al nene, no tenemos plata”), tenemos que tomar la decisión. Llega un momento que se te activa el modo explosión, y cuando se te activa ese modo puedes hacer dos cosas: no hacer nada y decir: “bueno, él no toma decisiones yo tampoco”, entonces las cosas siguen así hasta que él se digne a tomar una decisión. La otra es: “hago todo sola. Si yo puedo tomar una decisión sola ¿para qué le pregunto a él?” Si viste que compartirlo no te da resultado y está a tu alcance tomar la decisión sola, tómala. No estoy diciendo que tomes una decisión sola y lo dejes a él a un costado, sino que le compartas; si él no decide, porque no sabe cómo, tú le decís: “¿me permites tomar esta decisión a mí?, tú no quieres hablar de este tema, ¿me permites tomarla a mí?”. Él te va a decir: “sí, haz como quieras” o te va a decir: “no, ven que hablamos”, porque te conoce.
Desdramatizar
La otra opción es desdramatizar la escena; si no quieres tomar sola las decisiones, no le digas: “esto es de vida o muerte”; a veces las mujeres exageramos un poco, decimos que es de vida o muerte, que lo tenemos que decidir hoy sí o sí. Dile: “hay un pequeño problemita, mañana se nos vence la luz y no tenemos plata… ¿se te ocurre algo?”. Desdramatizar. “Mira, nuestro hijo se está drogando con todos los chicos de la esquina, y está mal… ¿te parece que es un tema para que charlemos ahora?”. Porque cuando nosotros se lo hacemos más grande, él se acobarda más, no tiene la respuesta y vuelve a meter la cabeza en la arena. Tenemos que desdramatizar, hacer que la situación no sea tan grave. Nosotras sabemos que es grave, pero tratemos de desdramatizar la situación para que él pueda sacar la cabeza y pueda decidir algo: “mira, hay un asunto pero, ¿para qué lo vamos a charlar ahora si recién llegas del trabajo, estás cansado ¿no mi amor?, no tiene sentido que lo hablemos ahora…” Te va a decir: “sí, esto es importante”. Tienes que desdramatizar.
Hay decisiones que son menores y no necesitamos consultar, así como nuestra pareja no tiene por qué venir a consultar todas las cosas con nosotros. Hay decisiones que se toman y se toman, no tiene que ser todo compartido; hay cosas que sí y hay cosas que no.
Y hay otras mujeres: las que explotan pero de alegría. Cuando el marido esconde la cabeza como el avestruz dicen: “¡esta es mi oportunidad!” Son las que aprovechan estas situaciones donde el otro deja un vacío. Es tu oportunidad para ocupar ese espacio, porque cuando hay un espacio vacío no se lo tienes que dejar a otro, lo tienes que ocupar tú y reclamar la recompensa de ese lugar. Cada lugar tiene recompensa, cada territorio tiene recompensa; pero si alguien deja ese territorio lo vas a ocupar tú. Cada terreno tiene su recompensa y tienes que atreverte a reclamarla.
Queridas mujeres, tenemos que tener mentalidad de abundancia y no mentalidad de queja. Hay mujeres que esperan hasta que el marido decida en lugar de tener mentalidad de abundancia. Hay una oportunidad que alguien no está tomando, y esa oportunidad la voy a tomar yo y voy a tomar la recompensa que viene con ella.
¿Cómo es una mujer con mentalidad de abundancia?
Es productiva. Si yo sé que hay esterilidad en un área de mi vida, tengo que dejar de ser estéril. ¿Cuál es el área de tu vida en donde todavía no hay fruto, donde todavía no estás viendo resultados, que estás esperando que otro tome una decisión? Dices: “mi matrimonio anda mal, tenemos que hacer una terapia de pareja, y él no toma la decisión de empezar la terapia de pareja…” ¿qué estás haciendo tú?, ¿qué estás decidiendo? Hay cualquier cantidad de mujeres que frente a la no-decisión de los hombres se quedan cruzadas de brazos, porque todavía siguen en estado de dependencia, están esperando: “es que mi marido no decide, él no quiere” y esa es una gran mentira; si él no quiere, no quiere él, pero yo no soy él. Yo tengo capacidad de decisión, tengo la capacidad para tomar la autoridad sobre mi vida y tomar las mejores decisiones para mí. Si tiene que ver con los hijos, toma las mejores decisiones para tus hijos, toma las mejores decisiones para tu casa, toma ese terreno libre ¿qué estás esperando? Busca otro modo de conseguir el dinero, siempre que sea de manera honrada. Tienes que tener mentalidad de abundancia y ser productiva. “Pero así es muy fácil: le dejo todo servido y le hago todo muy fácil a él”, es un problema de él, porque la recompensa se la pierde él, porque hay una recompensa detrás de cada decisión que tú tomas.
Lo primero que tienes que tener para ser una mujer abundante en todas las áreas de tu vida es una actitud emocional nueva. ¿Cómo respondes a tus áreas que todavía no tienen fruto?, ¿con angustia, dolor, depresión, tristeza? Decir: “estoy mal y no tengo plata, y mi marido no se hace cargo de los hijos, esa es la situación de siempre”; es decir, vives tus estados de debilidad con una tremenda angustia. Pero ya sabes cuál es la clave: “regocíjate, alégrate, empieza a saborear la victoria”.
Tu oportunidad
Queridas mujeres, no se pierdan más los terrenos vacíos, hay tesoros escondidos en terrenos que están sin dueño, porque los dueños no ha querido hacerse cargo. Anda, ocupa ese lugar, remueve la tierra y encuentra la recompensa para tu vida.
La abundancia viene por la decisión; es tu oportunidad. Tienes que aprovechar toda situación de tu vida como una oportunidad. No leas negativamente las cosas de tu vida, sino como una oportunidad. Si el otro no hace nada, no se mueve, esa es tu oportunidad. Cuando ves que alguien no se mueve es porque es tu oportunidad; cuando ves que alguien no toma una decisión, muévete, porque esa es tu oportunidad. Cuando ves que alguien no hace algo muévete tú a hacerlo, porque esa es tu oportunidad.
Siempre vamos a encontrar excusas, razones para explicar todo, porque siempre en algún área de nuestra vida somos estériles. Si yo te preguntara, ¿por qué en el área económica no tienes fruto? Tú me darías una razón: “porque no puedo trabajar; tengo hijos pequeños; mi marido no me ayuda; estoy sola; estoy enferma”, siempre vamos a encontrar razones para defender nuestra esterilidad. Pero las mujeres tenemos que buscar razones para fructificar.
Cada situación de nuestra vida es una oportunidad para fructificar; cada crisis que estás viviendo es tu oportunidad para ser fructífera en un área de tu vida, no es para seguir siendo estéril. No sigas justificando tu esterilidad: “y, no me va bien porque llueve; y no me va bien porque mi marido fue malo; y no me va bien porque mis hijos tal cosa”, siempre puedo dar excusas de por qué no soy fructífera, de por qué soy estéril. Pero la de al lado tuyo no está pensando cómo se va a justificar, está pensando cómo va a dar fruto en medio de esa crisis, porque sabe que todo terreno tiene recompensa.
Conoce tus límites y luego ignóralos
Alguien dijo: “conoce tus límites y luego ignóralos”. “Yo sé que mi marido no va a resolver esta situación, yo sé que hace años estoy insistiendo que mi marido determine algo sobre la vida económica, o sobre la relación con su ex-mujer, o su relación con su madre; ese es mi límite, yo sé que es mi límite, pero yo voy en busca de mi recompensa”. No puedes detenerte en el límite, no puedes detenerte y decir: “ya está, esto es así y va a ser así para siempre”; tienes que extenderte, no vivas la vida con cara de necesidad porque vas a recibir migajas; si vivís la vida detrás de ese hombre queriendo que te dé una respuesta para algo, vas a vivir de migajas, cuando él te la quiera dar y la cantidad que te quiera dar.
La abundancia llama a la abundancia. Y la abundancia se ve primero en tu rostro y en tus palabras. ¿Cómo estás hablando, qué sale de tu boca? ¿Qué estás llamando con tu boca, con tu rostro?, ¿tienes cara de necesidad? Hay mujeres que se ponen a la mañana la careta de la necesidad, “a ver a quién le voy a pedir hoy, quién me va a ayudar, a ver quién me va a dar para mis hijos”, se ponen la cara de necesidad y en el día reciben migajas. En cambio, hay mujeres que son fuertes y valientes, que se levantan cada mañana decretando abundancia, decretan: “este es el día en que me gozaré y me alegraré”; “este día yo sé que lloverá abundancia sobre mi vida, yo sé que soy una mujer rica, yo sé que todas las cosas están a mi favor, yo sé que tendré más, yo sé que creceré, yo sé que maduraré, yo sé que hay más para mi vida… ¡ésta es mi oportunidad! ¡Somos mujeres de abundancia!
"no te pierdas más los terrenos vacíos, hay tesoros que encontrar", "cuando ves que alguien no se mueve, muevete tú por que es tu oportunidad" ...solo eso te diré má ....
ResponderEliminarlindo tu escrito me gusto mucho !!!!!!!!!